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Carta de Pentecostés 2023

Atreverse a salir del sepulcro

Queridos feligreses,


Feliz Pentecostés a todos los que leáis esta carta.


La escribo para los creyentes, los discípulos, los que han encontrado al Señor resucitado y para aquellos que se han dejado transformar por la luz de la Pascua. No excluyo de su lectura a todos aquellos que, con buena voluntad, quieran acercarse al texto, pero no va para ellos, porque seguramente se escandalizarán. Prevengo a todos para que nadie se llame a engaño: yo he venido para anunciar el Reino de Dios, para anunciar a Cristo como Verdad definitiva en el mundo, para hablar de una Justicia, un Amor y una Lógica que no son las imperantes y que están lejos de querer serlo. No quiero con esta carta hacer lo que hace el mundo: complacer y regalar los oídos de ningún pobre y ningún mísero para que, revolcados en su propio fango, estén lo suficientemente entretenidos para no rebelarse. Con mis cartas, mis homilías, mis intervenciones siempre he pretendido y pretenderé, por si a alguno le surge la duda de mi intención, hacer que la acción de Cristo entre en los que me rodean: "despertar conciencias", "levantar muertos de su sepulcro", "expulsar demonios", "sanar corazones destrozados" y "animar al amor y la comunión", es decir, exactamente lo que el Señor ha hecho en mi propia vida.


Después de casi dos cursos con vosotros, os abro mi corazón. Estoy especialmente contento por todos los que estáis dando el paso a entender la Iglesia como una verdadera comunidad de hermanos, que rezan juntos, que se apoyan, que se sostienen, que discuten intercambiando opiniones con caridad para acercarse a la verdad, que buscan formas creativas y nuevas de llegar a cada rincón de la vida para anunciar el evangelio. Doy gracias a Dios por todos los que habéis comprendido que el pueblo nos hace vecinos pero Cristo nos hace hermanos. Por todos los que habéis integrado que "la UNIDAD PARROQUIAL" está compuesta por cinco comunidades que viven a pocos kilómetros en coche pero unidas en una sola fe, un solo bautismo, un solo Señor, Dios y Padre. ¡Nada nos separará!


Cuando predico, utilizo abundante y frecuentemente la expresión "Vida en Cristo". No se trata de una forma hecha de hablar, sino de una convicción teológica y existencial: el cristianismo es "la religión de los que han decidido vivir su vida desde la eternidad". ¿Y qué significa esto? Pues que su lógica no la comprende el mundo, su justicia no la comparten los hombres y su forma de vivir llama la atención y provoca a los que tiene alrededor. Lo contrario de "vivir en Cristo" es "morir en el mundo"; no porque el mundo sea malo, ni que de por sí sea despreciable. Pero sus criterios son finitos, temporales y

marcesibles. La vida que el mundo puede regalarnos es frustrable, perecedera, instantánea e incompleta. Por eso me dan gran lástima los que "creen vivir su vida de fe" sin experimentar la "VIDA" que Dios nos regala; los que tratan al sacerdote como si fuese un funcionario de la administración pública ante quien reclaman "sus derechos sacramentales o litúrgicos" sin entender para nada la comunidad como su propia responsabilidad; los que sin formación cristiana ninguna ni deseo de ella pretenden dar lecciones de cómo habría que hacer las cosas; los que viven buscando su propia vida, su propio interés sin darse a los otros, los que luchan por "la tradición" sin entender ni comprender y a veces sin compartir la esencia de la misma ni su sentido.


Os escribo desde un contexto muy concreto: la fiesta de Pentecostés, la renovación del fuego del amor de Dios en el corazón de la comunidad para provocar dos efectos: perder el miedo que nos mantiene encerrados y comenzar a hablar lenguas distintas que nos permitan llegar hasta cada corazón de este valle.

Os escribo además desde un contexto circunstancial que me parece que evidencia el gran fracaso de nuestro sistema social. Mientras el Espíritu nos anima a vivir de la "fuente verdadera de la Vida" enfrentándonos a dinosaurios obsoletos, estructuras caducas y convencionalismos antievangélicos; mientras intentamos confrontar las mentiras que nuestra sociedad ha tolerado e incluso ha integrado en su pensamiento, justo en el mismo momento y a la vez, aparece una estructura social que pretende, con capas de vaselina, convencernos de lo buenos que somos y lo bien que hacemos todo, para conseguir un puñado de nuestros votos y tenernos tranquilos y adormecidos en conciencia.


Pues bien, hermanos. Os animo a ser "políticamente incorrectos". A no "conformaros" a la mediocridad del mundo. A ser molestos para el injusto, para el chismoso, para el mediocre, para el malvado, para el explotador. Os animo a dejar salir ese "profeta" que todos llevamos en el corazón desde el día de nuestro bautismo, a cultivar esa sensibilidad que Dios nos ha concedido a cada uno de nosotros y con la que podemos dar "luz" a todos los pueblos. Atreveos a "salir del sepulcro", a abandonar un modo de vida cristiana "encerrado en el propio corazón". Dejad que el Espíritu se pose sobre vosotros y saque lo mejor de vuestra verdad, aquello que os hace únicos. Tranquilos, porque ya sabemos que el Señor nos envía como corderos en medio de lobos, que no será fácil y que el "mundo nos aborrecerá". Pero recordad que el mundo nos necesita porque necesita a Cristo y nosotros somos su cuerpo: sus manos, su palabra, su corazón. Sed valientes, no tengáis miedo porque "Él está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo".


Álvaro Campón Sánchez

Párroco de la Unidad Parroquial de las Cinco Villas

Barranco de las Cinco Villas, 28 de mayo de 2023


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